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Artista que nació en Madrid. Estudió en la escuela de ingenieros técnicos industriales. Desde los 8 años empezó a realizar trabajos en oleos sobre lienzo. A los 30, decidió dedicarse a la pintura y pasó 5 años en Andalucía donde la fascino el arte andalusí. En Madrid estudió en escuelas privadas y públicas donde conoció la espátula como herramienta pictórica. A día de hoy, el resultado de su pintura deviene de una investigación que dura décadas hasta el momento actual, en la que su técnica la hace única en su estilo.

 

Es una exposición en si misma de lo subjetivo a través de una temática única de lo universal. Su técnica, la espátula, es el exponente más destacable de su investigación a través del recorrido de la expresión de la dignidad y de la belleza de las obras humanas, como proyección y lucha contra su finitud.

El tratamiento de la textura llega a ser realista, los efectos producidos son un reflejo fiel de la realidad a la cual no se llegaría sin ese tratamiento e inquietud de la luz que hizo conocido al impresionismo; los efectos lumínicos de un instante del que depende el espíritu de la forma. La forma no existe sin la luz que la rescata de la oscuridad en la que estaría instalada siendo la primera una excusa para el tratamiento de la luz y las texturas derivadas de su investigación.

 

En sus obras expone universos multiculturales como actos de diversidad humana, que lejos de separar lo humano en lo que le diferencia, tras lo que es obvio a la mirada, concentra en cada trazo lo que le es semejante, el deseo de vivir y su igualdad en aquello que le es fundamental y básico, la alegría, la ternura, la tristeza y la sociabilidad.

 

Esta inquietud por destacar la figura sobre el fondo, se muestra como un acto de rebeldía, donde se resalta la dignidad humana, desnuda en la mayoría de los casos a la luz de la pobreza, donde no es posible maquillar nada y donde la verdadera elegancia humana aflora por encima de entornos, a veces, ensombrecidos. Lo material y económico no hace al hombre/mujer/niño, solo su dignidad.

 

Resalta lo oculto tras las apariencias, no existen ojos, bocas, posturas o seres humanos aislados sino miradas y sonrisas expresivas de un mundo interior que se relaciona con su contexto; animales, otras personas, tradiciones, y especialmente con el espectador al que hace cómplice del secreto humano, que es ser el único animal, hasta ahora conocido, que es consciente de su finitud y de un presente infinito captado en un instante como una imagen ejemplarizante de una vida y que por ser estática no deja de tener un enorme dinamismo. El alma queda reflejada de esta forma en un único instante de la vida cotidiana.

©2020 Por Consuelo González García

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